Entrevista a Fito Páez, un enemigo íntimo
Entrevista para la revista Rolling Stone (Argentina) 16.07.2008
Empecemos por aquella frase de “Un vestido y un amor”: “Te vi, fumabas unos chinos en Madrid”…
Sí. El chino es una época en Madrid. El yonqui por los años 80.
¿Cómo fue esa etapa madrileña?
Hermosa. Muy agitada, mucho rocanrol, muchos baretos donde se tocaba, se salía mucho de noche. Había muchos planes, la democracia no tenía tantos años. Yo igual llegué a mediados de la década. La primera vez que estuve en España fue con Charly, en Ibiza, en el destape total, año 83. Locura. Me acuerdo que me recibió una amiga en el aeropuerto de Ibiza. Desnuda [se ríe]. Literalmente desnuda.
¿Después de esa primera vez tocaste siempre como solista?
No. Recuerdo haber tocado con los Lions In Love, el grupo de Dani Melingo y Willy Crook, como tecladista. Fue extraordinario. Tenían una cantante increíble que se llamaba Stephie, y en el bajo estaba “Macarni”, que ahora toca con Ariel. Y recuerdo a Daniel Melingo sacándome en hombros del Lab, un boliche donde se armaban largas zapadas. También recuerdo ensayos en Tablada con Los Rodríguez: Andrés tocando el bajo, Arito y Julián [Infante] en las guitarras, sacando un repertorio durante diez días, que después tocamos en la sala Revolver y fue el primer concierto importante a comienzo de los 90.
De hecho Claudia Puyó contaba que la habías encontrado y la habías invitado a grabar “El amor después del amor”, justamente en un concierto de Los Rodríguez en el Parque Tierno Galván.
Exactamente. Es que me faltaba esa explosión que no sabía cómo resolverla. Iba a ir Londres a buscar una negra. Y cuando la vi ahí dije: “No, es ella”. Y de hecho ya no puedo pensar el tema sin esa voz. Sí, hubo infinidad de historias aquí.
La influencia argentina en el rock español, desde Moris hasta Calamaro e incluso vos mismo, ha sido muy importante.
El ícono popular es Andrés Calamaro, sin ninguna duda. Pero creo que el compositor que pule el género de la canción en castellano en España es Ariel [Rot]. El es un gran artesano, de altísimo vuelo, tanto en los textos como en su música. Y en parceria con Andrés… Por eso fue tan explosivo: porque eran dos dioses en funcionamiento. Después, Andrés tiene su carácter, su personalidad avasallante, arrasadora, encantadora y eso lo transforma también en un frontman. El papel de Ariel es el papel del compositor, del tipo que se dedica a la composición como un oficio artesanal hecho con mucha precisión. Para mí es un placer escucharlo subido a un escenario.
¿A Pedro Almodóvar lo conociste en Madrid o lo habías conocido en otro lugar?
Lo conocí aquí, el Día de Todos los Santos. Estábamos con Cecilia, parando en una habitación del hotel Palace y cayó con unos huesitos de azúcar para comer: nos tiramos en la cama a tomar el té y a comer los huesitos. Me pareció un tipo delicioso, encantador, igual que sus films. Profundo, pero con un gran sentido del humor. Yo estaba un poco acojonado porque era muy fan suyo. Es curioso ser tan fan de un artista casi contemporáneo. Pedro tendrá diez años más que yo, un poquito más. Tenía un aura muy hermosa.
Obviamente, Cecilia es fundamental en tu relación con la ciudad...
Sí. Ella me conecta con la gente del cine, y con sus padres, que ya se transformaron un poco en mis padres también. Entonces ahí hay un vínculo fuerte, familiar, por supuesto. Y ella es una musa de esta ciudad. Es adorada, es una actriz amada, respetada y muy querida. Fue como entrar de la mano de una diosa...
Sí. El chino es una época en Madrid. El yonqui por los años 80.
¿Cómo fue esa etapa madrileña?
Hermosa. Muy agitada, mucho rocanrol, muchos baretos donde se tocaba, se salía mucho de noche. Había muchos planes, la democracia no tenía tantos años. Yo igual llegué a mediados de la década. La primera vez que estuve en España fue con Charly, en Ibiza, en el destape total, año 83. Locura. Me acuerdo que me recibió una amiga en el aeropuerto de Ibiza. Desnuda [se ríe]. Literalmente desnuda.
¿Después de esa primera vez tocaste siempre como solista?
No. Recuerdo haber tocado con los Lions In Love, el grupo de Dani Melingo y Willy Crook, como tecladista. Fue extraordinario. Tenían una cantante increíble que se llamaba Stephie, y en el bajo estaba “Macarni”, que ahora toca con Ariel. Y recuerdo a Daniel Melingo sacándome en hombros del Lab, un boliche donde se armaban largas zapadas. También recuerdo ensayos en Tablada con Los Rodríguez: Andrés tocando el bajo, Arito y Julián [Infante] en las guitarras, sacando un repertorio durante diez días, que después tocamos en la sala Revolver y fue el primer concierto importante a comienzo de los 90.
De hecho Claudia Puyó contaba que la habías encontrado y la habías invitado a grabar “El amor después del amor”, justamente en un concierto de Los Rodríguez en el Parque Tierno Galván.
Exactamente. Es que me faltaba esa explosión que no sabía cómo resolverla. Iba a ir Londres a buscar una negra. Y cuando la vi ahí dije: “No, es ella”. Y de hecho ya no puedo pensar el tema sin esa voz. Sí, hubo infinidad de historias aquí.
La influencia argentina en el rock español, desde Moris hasta Calamaro e incluso vos mismo, ha sido muy importante.
El ícono popular es Andrés Calamaro, sin ninguna duda. Pero creo que el compositor que pule el género de la canción en castellano en España es Ariel [Rot]. El es un gran artesano, de altísimo vuelo, tanto en los textos como en su música. Y en parceria con Andrés… Por eso fue tan explosivo: porque eran dos dioses en funcionamiento. Después, Andrés tiene su carácter, su personalidad avasallante, arrasadora, encantadora y eso lo transforma también en un frontman. El papel de Ariel es el papel del compositor, del tipo que se dedica a la composición como un oficio artesanal hecho con mucha precisión. Para mí es un placer escucharlo subido a un escenario.
¿A Pedro Almodóvar lo conociste en Madrid o lo habías conocido en otro lugar?
Lo conocí aquí, el Día de Todos los Santos. Estábamos con Cecilia, parando en una habitación del hotel Palace y cayó con unos huesitos de azúcar para comer: nos tiramos en la cama a tomar el té y a comer los huesitos. Me pareció un tipo delicioso, encantador, igual que sus films. Profundo, pero con un gran sentido del humor. Yo estaba un poco acojonado porque era muy fan suyo. Es curioso ser tan fan de un artista casi contemporáneo. Pedro tendrá diez años más que yo, un poquito más. Tenía un aura muy hermosa.
Obviamente, Cecilia es fundamental en tu relación con la ciudad...
Sí. Ella me conecta con la gente del cine, y con sus padres, que ya se transformaron un poco en mis padres también. Entonces ahí hay un vínculo fuerte, familiar, por supuesto. Y ella es una musa de esta ciudad. Es adorada, es una actriz amada, respetada y muy querida. Fue como entrar de la mano de una diosa...
Sigue leyengo: Fito Páez: clásico e íntimo II
-
- 17 jul 2008
-